Estrategias para la resolución de dilemas morales
Introducción
El presente texto tiene como propósito ilustrar al lector sobre algunas estrategias para la resolución de dilemas morales, así como resaltar tanto su importancia y reconocer sus límites.
Desarrollo
¿Qué es un dilema moral?
La palabra dilema proviene del griego δίλημμα (dilemma), de δις (dos) y λημμα (tema, premisa) (Real Academia Española, 2017).
Recurramos ahora a la definición de dilema. Según el Diccionario de la lengua española, un dilema se puede entender de dos formas: o bien se trata de una “Situación en la que es necesario elegir entre dos opciones igualmente buenas o malas” (Real Academia Española, 2017), o bien es un “Argumento formado por dos proposiciones contrarias disyuntivamente, de tal manera que, negada o concedida cualquiera de las dos, queda demostrada una determinada conclusión” (Real Academia Española, 2017).
En un dilema, se plantean dos o más opciones, premisas o alternativas.
Además, en él se establece una posición de conflicto entre las opciones, donde estas parecen igualmente plausibles a elección.
Las opciones, premisas o alternativas, tienen la característica de ser excluyentes (al menos, a primera vista), es decir, afirmar o elegir una opción significa negar o excluir otras.
Un dilema no puede ser solucionado simplemente con el conocimiento de la solución, pues un dilema no presenta soluciones que puedan resolverlo, sino que solo pueden presentarse respuestas ante la situación del dilema. Estas respuestas siempre implican exclusión o contradicción, como se dijo en el párrafo anterior.
Por último, es importante hacer notar que, en un dilema, la elección es ineludible, es decir, es necesario elegir alguna opción, a la vez que es imposible elegir al mismo tiempo todas las opciones (al menos, como son planteadas).
Si un dilema no presenta dos o más opciones, no se trata de un dilema, sino solo de una situación que, forzosamente, se presentará.
Si un dilema no establece una elección ineludible, puede decirse que no se tiene la necesidad de elegir o que pueden elegir las dos opciones a la vez sin que esta elección plantee una exclusión de alguna de las opciones.
Existen varias diferencias entre los problemas y los dilemas.
Un problema presenta una situación que puede ser eludible, es decir, que puede o solucionarse o ignorarse. En él no es necesario elegir alguna opción.
En un problema no necesariamente se presentan dos o mas opciones, premisas o alternativas.
En caso de se presenten dos o más opciones, el conflicto entre estas se encuentra en la realización práctica de las mismas y no en una contradicción lógica o valorativa, sino principalmente en una imposibilidad técnica para la elección entre opciones.
Las opciones, en algunas ocasiones, pueden ser elegidas al mismo tiempo para la solución del problema.
Además, a los problemas corresponden soluciones o irresoluciones, pues se habla de que la acción tiene en ellos como resultado el éxito o el fracaso y sus escalas intermedias.
Un dilema moral presenta una situación ineludible o conflicto entre dos o más opciones para un individuo o grupo de personas, donde estas opciones son excluyentes. El adjetivo “moral” indica que las opciones del conflicto son acciones ineludibles, cuya elección se encuentra dificultada por las normas o valores de convivencia o conducta humana que se ven excluidos al tomar una de las acciones.
Cuando nos enfrentamos a un dilema moral, buscamos una solución. Una solución, en este caso, hace referencia a la desaparición de la condición ineludible del dilema moral, y con ello, la desaparición del dilema mismo, sea porque ya pueden realizarse todas las acciones a la vez, sea porque es posible eliminar el conflicto entre las normas o valores que podrían verse excluidos al tomar una de las acciones, o porque una de las opciones ya no es plausible.
No todos los dilemas tienen solución. De hecho, la mayor parte del tiempo tenemos que conformarnos con dar una respuesta, esto es, elegir una acción en la situación ineludible, con las consecuencias que esto conlleva.
Por su carácter ineludible, todos los dilemas morales tienen una respuesta, dado que es necesaria una elección. Sin embargo, no todos los dilemas tienen solución, puesto que en algunos casos es imposible excluir todas las opciones excepto una, elegir todas las opciones o dado el carácter excluyente de las opciones.
Existen herramientas conceptuales para ayudarnos a obtener respuestas más claras, y en el mejor de los casos, soluciones a los dilemas morales que se nos presentan. Una de estas herramientas conceptuales y procedimentales es una estrategia.
¿Qué es una estrategia?
La palabra estrategia proviene del latín “strategĭa ‘provincia bajo el mando de un general’, y este del gr. στρατηγία stratēgía‘ oficio del general’” (Real Academia Española, 2017). A su vez, la palabra griega στρατηγία stratēgía está compuesta por στρατός stratós ‘ejército’, ἄγω ago “hago, dirijo”, y el sufijo ια -ia, que es utilizado para crear sustantivos abstractos (Anders, 2017).
Nominalmente, podemos definir a la estrategia como conjunto de reglas que predisponen una decisión o acción óptima.
La palabra estrategia tiene la connotación de un conflicto, como lo es una guerra. Efectivamente, es posible utilizar una estrategia en una situación de conflicto. Dado que los dilemas morales plantean situaciones de conflicto, podemos utilizar estrategias para ayudarnos a tomar una decisión óptima.
Al hablar de estrategias para la toma de decisiones morales nos referimos al conjunto de reglas que predisponen a tomar una decisión moral mejor sopesada.
¿Por qué elegir una estrategia frente a un dilema moral?
Es importante elegir una estrategia frente a un dilema porque nos permite:
- Anticipar una respuesta sopesada frente a dilemas morales que puedan presentarse. En este sentido, las estrategias para la toma de decisiones morales juegan un papel de prevención, función parecida a los simulacros frente a situaciones de siniestros.
- Evaluar nuestras creencias, valores, y normas morales.
- En la situación moral de conflicto, nos permite tomar una decisión más consciente ante la contingencia que es ineludible. En este sentido, las estrategias para la toma de decisiones morales juegan un papel de intervención.
A continuación, presentaremos dos estrategias: la estrategia optimista y la estrategia del equilibrio reflexivo.
Estrategia optimista
Esta estrategia está tomada del libro Critical Reasoning in Ethics. A Practical Introduction, de Anne Thomson.
Esta estrategia lleva el adjetivo de “optimista” porque “nos demanda apuntar a la mejor decisión posible” (Thomson, 2002).
La estrategia optimista tiene cuatro pasos:
- Considere porqué la decisión es necesaria. ¿Es necesario tomar una decisión? Considerar si la decisión es necesaria es considerar, en primer lugar, si el dilema moral es ineludible, según hemos descrito arriba. Deben señalarse aquí las razones por las cuales es ineludible. En caso de ser eludible, el dilema moral desaparece.
- Enliste las opciones o los cursos de acción posibles. Piense si alguna opción ha sido descartada por razones éticas. Si fue así, ¿está justificado? Enlistar todas las opciones nos da un panorama acerca de los posibles cursos de acción a tomar para poder sopesarlos. Sin embargo, si alguna opción es descartada, deben revisarse las razones por las cuales la opción fue descartada, con el fin de no dejar fuera ninguna opción de manera acrítica.
- Por cada opción:
- Enliste las consecuencias: sobre todo, asegúrese de que las implicaciones para la autonomía[1] y la justicia[2] han sido incluidas.
- Considere qué tan probable es cada una de las consecuencias identificadas en el punto “3. I” (tome en cuenta la evidencia y la información disponible, y evalúe la confiabilidad de esta evidencia e información).
- Considere la importancia de las consecuencias.
- Decida si cada una de las consecuencias enlistadas cuenta a favor o en contra de la opción.
- Juzgue entre las opciones a la luz de los comentarios en “3) I – IV”
En el siguiente cuadro ilustramos de manera gráfica el proceso para utilizar la estrategia optimista.
Estrategia optimista (revisa un documento editable del siguiente cuadro aquí)
1. ¿Es ineludible tomar una decisión? | Ineludible porque… | Eludible porque… | ||||||||||
2. Enlistar las acciones posibles | a) | b) | n) (otras opciones, si las hay) | |||||||||
3. Enlistar las consecuencias | I. Implicaciones | II. Probabilidad | III. Importancia | IV. A favor o en contra | I. Implicaciones | II. Probabilidad | III. Importancia | IV. A favor o en contra | I. Implicaciones | II. Probabilidad | III. Importancia | IV. A favor o en contra |
1) | 1) | 1) | ||||||||||
2) | 2) | 2) | ||||||||||
n) (todas las concebibles) | n) (todas las concebibles) | n) (todas las concebibles) | ||||||||||
4. Juicio |
Estrategia del equilibrio reflexivo
El equilibrio reflexivo es el punto final de un proceso de razonamientos en el que revisamos nuestras creencias morales. “Es un equilibrio porque nuestros principios y juicios coinciden al final; y es reflexivo puesto que sabemos qué principios conforman nuestros juicios y las premisas de las que derivan” (Rawls, 2006).
El equilibrio no es necesariamente estable, ya que podemos volver a revisar los juicios y creencias morales a la luz de nueva información y nuevas situaciones.
Para fines del presente trabajo, nos limitamos a señalar el lugar que tiene el equilibrio reflexivo como estrategia para tomar decisiones frente a dilemas morales, sin especificar la función que cumple el equilibrio reflexivo en la teoría de justicia de Rawls.
La estrategia del equilibrio reflexivo tiene cuatro pasos:
- Poner de relieve las intuiciones o juicios morales inmediatos. Es decir, enunciar las opciones inmediatas frente al dilema moral.
- Enunciar los principios o reglas que gobiernan las intuiciones o juicios morales inmediatos. Esto consiste en justificar las opciones inmediatas frente al dilema moral. En otras palabras, consiste en ofrecer premisas para los juicios o intuiciones morales inmediatas.
- Proveer justificación y coherencia entre a) nuestros principios o reglas que gobiernan las intuiciones o juicios morales inmediatos concernientes al caso, y b) otros principios o reglas anexas. Esto quiere decir que debemos encontrar apoyo y compatibilidad entre los principios o reglas que gobiernan los juicios o intuiciones morales inmediatos.
- Incluir nuevos principios o reglas, o refutar aquellos que lo ameriten, según sea el caso, a la luz de la coherencia y justificación de unos con otros. Si existe incompatibilidad, no existe apoyo o coherencia entre los principios o reglas que rigen las intuiciones o juicios morales inmediatos, deben descartarse a la luz de la coherencia y apoyo de otros principios o reglas.
Se llega a un equilibrio reflexivo cuando existe concordancia y coherencia entre nuestros juicios morales y nuestros principios o reglas que los justifican, así como con aquellos que los apoyan.
A continuación, ofrecemos un ejemplo abstracto de un esquema de equilibrio reflexivo:
Estrategia del equilibrio reflexivo (puede consultar el diagrama en mejor resolución aquí)
Discusión
Respecto a la estrategia optimista, cabe aclarar que Thomson señala a la autonomía y a la justicia como pilares de la estrategia, aunque tales pilares pueden ser intercambiados según se consideren otros principios como los importantes frente a un dilema moral (Thomson, 2002).
El hecho de considerar algunos principios y llegar a una toma de decisiones a partir de ellos facilita la labor en el momento de aclarar no solo las opciones, sino también al valorar las consecuencias (puntos 3. III, 3. III y 3. IV).
Asimismo, el hecho de enunciar las consecuencias y evaluarlas otorga claridad a las razones por las cuales una decisión puede ser considerada mejor que otra.
Sin embargo, la estrategia optimista no permite evaluar los principios sobre los cuales recae la toma de decisión. En tal caso, y frente a la necesidad de evaluar dichos principios, destaca la estrategia del equilibrio reflexivo.
Respecto a la estrategia del equilibrio reflexivo, podemos asegurar que es óptima para los casos en los cuales se aspira a una razonabilidad en la pluralidad de principios y diversidad de los mismos, esto es, donde se aspira a llegar a un mínimo moral en el que estén reconocidos los intereses racionales de todos los involucrados en el dilema (López Castellón, 1997).
La estrategia del equilibrio reflexivo permite sopesar los principios por los cuales se consideran opciones plausibles a la luz de la coherencia y razonabilidad con otros principios anexos
Asimismo, permite y fomenta seguir la investigación hasta llegar a un equilibrio dada la información consultada.
En ciertos casos puede no llegarse a encontrar justificación o coherencia entre principios. Es entonces donde la falta de información o lo fatídico de un dilema se presenta.
Sin embargo, el equilibro reflexivo ilustra los fundamentos últimos de nuestras decisiones morales
Conclusiones
Con lo ya visto, podemos esbozar ciertas conclusiones acerca de la importancia de las estrategias para la resolución de dilemas morales:
- Las estrategias presentadas para la resolución de dilemas morales permiten clarificar nuestras creencias.
- Estas estrategias también sirven para fundamentar estas creencias.
- Además, las estrategias permiten descartar falsas creencias o razones inadecuadas.
- Nos permiten formar un juicio más mesurado (fair-mindedness) acerca del caso.
- Didácticamente, ofrecer un juicio más abierto y claro frente a dilemas reales.
- Predisponen al diálogo y a la discusión al poner de relieve los principios que regulan nuestras creencias y normas morales.
Sin embargo, es importante reconocer también los límites de las estrategias para la resolución de dilemas morales.
- Las estrategias para la resolución de dilemas morales son procedimentales y necesitan criterios para poder tomar decisiones (Bunge, 1989). Lo vemos al recurrir a principios como la autonomía y la justicia en la estrategia optimista, y al considerar al equilibrio reflexivo como una obligación moral de orientar la justicia a la razonabilidad de las personas (López Castellón, 1997).
- Pueden solamente clarificar y poner de relieve los principios sobre los que descansan nuestras decisiones, pero pueden dejarnos simplemente en la indeterminación, sin solventar el dilema moral.
Es importante reconocer las bondades de las estrategias para dar, sino una solución, al menos una respuesta más clara a los dilemas morales.
Siempre se puede actuar sin justificación. En ocasiones, actuar sin justificación lleva a resultados felices. En otras ocasiones, los resultados son funestos. Actuar con una justificación clara nos permite revisar de manera pública los valores y normas morales que acompañan a nuestra acción para poder corregirla o mejorarla.
Referencias
Anders, V. e. (30 de octubre de 2017). ESTRATEGIA. Recuperado el 12 de noviembre de 2017, de Etimologías de Chile: http://etimologias.dechile.net/?estrategia
Bunge, M. A. (1989). Treatise on Basic Philosophy (Vol. VIII). Dordrecht, The Netherlands: Kluwer Academic Publishers.
Gargarella, R. (1999). Las teorías de la justicia después de Rawls. Un breve manual de filosofía política. Barcelona: Paidos.
López Castellón, E. (1997). Sobre lo bueno y lo justo: Rawls en Ricoeur. (G. Aranzueque, Ed.) Cuaderno Gris. Horizontes del relato. Lecturas y conversaciones con Paul Ricoeur, 333-352.
Rawls, J. (2006). A Theory of Justice. Revised Edition. Cambridge, Massachusetts: The Belknap Press of Harvard University Press.
Real Academia Española. (30 de octubre de 2017). DLE: dilema. Recuperado el 6 de noviembre de 2017, de Diccionario de la lengua española – Edición del Tricentenario: http://dle.rae.es/?id=DmQvDQm
Real Academia Española. (30 de octubre de 2017). DLE: estrategia. Recuperado el 8 de noviembre de 2017, de Diccionario de la lengua española – Edición del Tricentenario: http://dle.rae.es/?id=GxPofZ8
Thomson, A. (2002). Critical Reasoning in Ethics. A practical introduction. Routledge.
[1] Definida por la autora como la [“capacidad de tomar decisiones por uno mismo” (Thomson, 2002).
[2] Definida por la autora como la “tratar igual a los iguales” (Thomson, 2002).