El siglo XIX en México estuvo marcado por una serie de corrientes filosóficas que influenciaron tanto la política como la cultura del país. Entre ellas se encuentran el liberalismo, el conservadurismo y el positivismo.

El liberalismo

El liberalismo fue una corriente que se desarrolló en el siglo XIX en México con el objetivo de promover el autogobierno e independencia del país. Entre los pensadores liberales más influyentes de la época se encuentra Miguel Hidalgo, quien tenía una gran predilección por las ideas de la Revolución Francesa en contraposición a la escolástica medieval. Su obra más importante es la Disertación sobre el verdadero método de estudiar teología escolástica. Otro pensador liberal importante fue Francisco Severo Maldonado, quien se mostró a favor de la independencia y los fundamentos filosóficos del nacionalismo.

El liberalismo post-independentista se caracterizó por su emulación de la Constitución de Estados Unidos, con una defensa de los derechos individuales (libertad e igualdad), libertad de expresión, libertad de prensa, separación de la iglesia y el estado, y expropiación de latifundios. Entre los pensadores liberales post-independentistas más destacados se encuentran José María Luis Mora, Melchor Ocampo, Ignacio Ramírez e Ignacio Manuel Altamirano.

José María Luis Mora

Sacerdote, político e historiador, Mora se distingue por ser un intelectual que combina la formación clásica con las ideas del liberalismo europeo, buscando establecer un modelo de sociedad y gobierno que favorezca el progreso y la justicia. al establecer un gobierno constitucional basado en la separación de poderes y el respeto a los derechos individuales.

En el ámbito educativo, Mora promovía la formación integral del individuo, enfatizando la importancia de la instrucción pública y la necesidad de una educación que fomente la razón y el pensamiento crítico desde una perspectiva laica, es decir, que en la educación no esté presente la religión. En sus “Obras Sueltas” (1838), establece la educación como un pilar fundamental para el progreso y el desarrollo de la nación. Mora propone la

Mejora del estado moral de las clases populares por la destrucción del monopolio del clero en la educación pública, por la difusión de los medios de aprender y la inculcación de los deberes sociales, por la formación de museos, conservatorios de artes y bibliotecas públicas y por la creación de establecimientos de enseñanza para la literatura clásica, de las ciencias y la moral .

El elemento más necesario para la prosperidad de un pueblo es el buen uso y ejercicio de su razón, que no se logra sino por la educación de las masas, sin las cuales no puede haber gobierno popular.

Si la educación es el monopolio de ciertas clases y de un número más o menos reducido de familias, no hay que esperar ni pensar en sistema representativo, menos republicano, y todavía menos popular.

Mora fue un activista y reformador político y educativo, cuyas ideas ayudaron a moldear la identidad y los valores de la sociedad mexicana. A través de su obra, Mora nos invita a buscar un modelo de convivencia basado en la razón, la justicia y el respeto a la dignidad humana.

El conservadurismo

Por otro lado, el conservadurismo post-independentista se caracterizó por su defensa de la preservación de la herencia española en México. Los conservadores promovieron legislación para proteger a los indígenas y a la industria nacional, así como para mantener la tradición católica para mantener la cohesión nacional. Entre los pensadores conservadores más destacados de la época se encuentran Lucas Alamán y Clemente de Jesús Munguía.

La Reforma en México, liderada por Benito Juárez y Maximiliano de Habsburgo, también tuvo un impacto significativo en las corrientes filosóficas del país. La Reforma buscaba modernizar y secularizar el país, promoviendo la educación, la ciencia y la tecnología.

Lucas Alamán

Lucas Alamán, conocido como el arquitecto del conservadurismo mexicano, fue una figura destacada en la historia política de México del siglo XIX. Nacido en 1792 en una familia acaudalada, Alamán recibió una amplia educación y se vio influenciado por diversas corrientes ideológicas durante sus viajes por Europa entre 1814 y 1820. Presenció los inicios de la Constitución de Cádiz de 1812 y se familiarizó con pensadores políticos como Benjamin Constant y François-René de Chateaubriand.

Durante su juventud, Alamán mostró cierta tendencia hacia el liberalismo moderado, evidenciada en su participación en las Cortes del Trienio Liberal en España en 1821. Allí propuso una independencia relativa para los virreinatos americanos bajo la tutela de la Corona Española. No obstante, con el tiempo, su pensamiento se inclinó más hacia el conservadurismo, influenciado por Edmund Burke y Jacobo Benigno Bossuet. Burke, crítico de la Revolución Francesa y defensor de una política pragmática, y Bossuet, con su doctrina de que el poder político deriva de Dios, dejaron una huella significativa en el pensamiento de Alamán.

Alamán consideró la Conquista de América como un evento benéfico, trayendo civilización y religión verdadera a las tierras americanas. Su visión de la independencia de México fue crítica, especialmente debido a los efectos de la revolución en su familia y su clase. Abogó por una independencia pacífica que no desestabilizara la economía o las estructuras sociales existentes.

Como líder del Partido Conservador, Alamán se opuso a muchos aspectos del liberalismo, como el federalismo, la igualdad política, el sufragio universal y la tolerancia religiosa. Promovió un gobierno central fuerte y apoyó un sistema político donde la participación estaba limitada a las clases privilegiadas. Sus ideas se inclinaban hacia una monarquía moderada como la forma de gobierno más adecuada para México.

Alamán defendió firmemente el catolicismo, viéndolo como el único lazo de unión en México. Se opuso a la confiscación de bienes eclesiásticos y defendió los privilegios y prerrogativas de la Iglesia, mostrando así su falta de tolerancia hacia otras corrientes religiosas.

En resumen, Lucas Alamán es recordado como una figura central en la conformación del conservadurismo en México, un hombre de convicciones firmes y profundamente arraigadas en la tradición, la religión y el orden social. Su legado continúa siendo una parte importante de la historia política mexicana.

 

El positivismo

Finalmente, el positivismo fue una corriente filosófica que tuvo un gran impacto en México durante el siglo XIX. Los positivistas, influenciados por pensadores como Auguste Comte, Herbert Spencer, Hyppolite Taine y John Stuart Mill, buscaban reconciliar la libertad y el orden tanto natural como moral. Para los positivistas nacionales, la reforma nacional debía eliminar la metafísica especulativa y la religión de la educación y fundar la reforma en los métodos de la ciencia. La libertad moral y el progreso se fundaban en las leyes de la ciencia.

Un positivista importante fue Justo Sierra (1848–1912), autor de “El porvenir de las naciones hispanoamericanas” (1899) y Francisco Bulnes (1847–1924) quien escribió “Evolución del pueblo mexicano” (1899). Ambos se esforzaron por entender el papel de la ciencia y la razón en el desarrollo de la nación mexicana.

Gabino Barreda

Gabino Barreda (1818-1881) fue un influyente filósofo, político y médico mexicano, conocido principalmente por ser el introductor del positivismo en México y por su impacto significativo en la educación del país. Su filosofía estuvo profundamente arraigada en las ideas de Augusto Comte, el fundador del positivismo.

Barreda viajó por Europa y fue discípulo de Comte en París, donde estudió sus famosos cursos dominicales. A través de esta experiencia, adoptó y propagó el positivismo en México, no como una doctrina total sobre la realidad, sino como el único medio para el conocimiento científico de la naturaleza. Barreda sostenía que lo que no permanece dentro de los límites de la experiencia positiva no puede ser afirmado ni negado, sino que debe ser puesto entre paréntesis como inaccesible.

Su influencia se manifestó en múltiples aspectos, especialmente en la reforma de la enseñanza. Fue redactor de la Ley de Instrucción Pública de 1867 y presidente de la comisión de instrucción pública de la Cámara de Diputados. Fundó la Sociedad Metodófila, a través de la cual introdujo en México el positivismo, que se convirtió en doctrina oficial no solo de la educación sino también del Estado.

Como director de la Escuela Nacional Preparatoria en 1867, Barreda implementó el sistema positivista en su plan de estudios, bajo el lema “Amor, Orden y Progreso”. Adoptó como suyo el lema positivista “Saber para prever, prever para actuar”. Consideraba que la educación no debía ser un adoctrinamiento sino liberación, y que debía servir para la emancipación mental y el acceso al progreso. Según Barreda, la educación es la base para la cohesión social y es condición de posibilidad de la organización racional.

En su “Oración cívica”, Barreda propuso que para combatir la anarquía, obtener paz y establecer un orden se necesitaba la educación. Promovió la idea de que los mexicanos debían combatir la ignorancia para emanciparse mentalmente. La educación, según él, formaba seres libres, siendo la educación primaria universal y obligatoria el único camino para lograrlo. Para Barreda, la educación es la base para la cohesión social y es condición de posibilidad de la organización racional.

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